viernes, 9 de mayo de 2014

Nuestra particular historia de nunca acabar.

Ayer estuve a punto 
de quererte
de saberte
de tenerte.

Ayer estuve a punto de pisarte los pies en medio del improvisado baile que hicimos en tu salón. 

Estuve a punto de cerrar heridas
esconder precipicios 
cantar sin miedo. 

Ayer estuve a punto de tocarte
el corazón,
tu verdad,
tu lado oscuro.

Ayer estuve a tres latidos de ti,
a dos de grabarte a pulso en mi piel,
a uno de no irme jamás.

Ayer entendí que no es que valgas la pena,
es que tú vales toda la alegría que hay en este mundo.

Y digo ayer refiriéndome a todos los días vividos menos hoy.
 Digo ayer sabiendo que mañana dentro de dos días volverá a ser ayer. 
Ya ves que tampoco me preocupa demasiado el futuro: en unos días será pasado;
lo que me preocupa es que pasado siempre va a haber: siempre va a haber un ayer,
y en cada ayer vas a estar tú.
                       Eso sí que me preocupa.

¿Sabes por qué?
Porque ayer estuve a punto de 
ti.



-Si puedes, mañana, quédate,
para que pasado esto no tenga ningún sentido
y este casi pero no 
se convierta en un 
me dejé los labios en tu piel-










2 comentarios:

Nana dijo...

Tantos "ayer" que no son más que hoy y mañana...
Me dejas con ganas de más, preciosa esta entrada :)

Nuria Quintana dijo...

Muchísimas gracias por leerla. <3