Llegaste para no quedarte.
Llegaste con el único,
y estúpido
propósito
de convertirte en recuerdo,
de anclarte a mi pasado,
mientras yo, y mi imaginación,
ya dábamos por hecho un futuro contigo.
Dime
dónde has dejado las llaves
de todas las puertas que me supiste abrir;
cómo diste con esos ventanales
con vistas preciosas hacia mí;
por qué ahora lo cierras todo
a mi también,
en silencio,
mientras te vas.
Y en fin.
Ahora qué
si nos hemos perdido
tú a mí
y yo
a ti y a mí.
Voy a quedarme quieta. Muy quieta.
Hasta que (te) me pases.
Y voy a llorar, pero no por ti,
sino por la tristeza de este 'nosotros'
que se ha quedado temblando;
por este 'nosotros' que una vez fuimos tú y yo,
pero ahora tan sólo quedamos yo y mis desastres.
Que siempre he odiado los finales abiertos,
pero esta vez ya tenemos bastante con el nuestro
como para encima cerrarlo.
Así que vamos a dejarlo en un
No fueron felices porque,
sencillamente,
dejaron de ser.
No hay comentarios:
Publicar un comentario