miércoles, 23 de julio de 2014
Como un balón viejo y descosido que apenas sí rueda pero con el que sigues jugando por el cariño de tantos años;
como una canción que no te gusta, pero se pega;
como la carta que no supiste quemar en su día, y que ahí está, escondida en el último cajón la estantería,
y ahí estás tú, temblando cada vez que intentas volver a leerla, pero no, aún no es el momento, releer sería revivir y eso supondría una catástrofe emocional;
como perder el último tren;
como una caricia que duele;
como la incertidumbre que no deja enviar un mensaje que evite el último adiós,
o el error de enviarlo cuando ya es demasiado tarde;
como un te quiero a deshora;
como decidir que te vas y que justo ahí pongan tu canción favorita;
como volver a empezar algo que acabó hace mucho tiempo;
como escribir pensando en una persona aun sabiendo que jamás te leerá;
como la duda que surge justo cuando el profesor abandona el aula;
como regresar y comprobar que ya nada es lo que era y que ya nadie te espera;
como la frase que se queda haciendo eco en tu cabeza y no en tu boca;
como una mala noticia en un buen momento;
como una incertidumbre sin respuesta;
como un final contado antes de tiempo;
como llegar cuando ya todos se han marchado;
como una fiesta sin globos.
Perdóname, pero he intentado describirte mejor y no he sabido.
Esto es todo lo que puedo decir de ti.
Esto es todo lo que puedo decir de mí, contigo.
domingo, 29 de junio de 2014
Piénsalo.
Ahora mismo un vuelo despega hacia la eternidad
a la vez que ésta aterriza en la vida de alguien.
Piénsalo.
En este instante está amaneciendo y anocheciendo,
algunas flores pudriéndose y otras floreciendo,
gente haciéndose el amor y otra deshaciendo el amor de su vida.
Alguien se está retorciendo de dolor,
otros de deseo,
y quién sabe si de felicidad.
El mismo viento que levanta faldas,
vuela tejados;
el mismo mar que te acaricia la piel,
puede destrozar una ciudad entera.
Piénsalo.
Ahora mismo hay gente quejándose por un partido perdido
y gente perdiendo la vida.
Un metro está llegando ahora mismo a la última estación,
una persona a su último latido,
dos enamorados al último adiós.
Un chico se baja en la última estación para verla a ella
mientras ella despega con otro
hacia la eternidad.
Ahora.
Hay dos personas acostándose,
quién sabe si en alguna azotea,
quién sabe si rozando el cielo.
Hay una chica soñando con alguien que le salve de los Domingos,
y ese alguien, con nombre y corazón,
está levantándose en medio de una resaca de besos, de alcohol y de deseo.
Quién sabe si algún día la casualidad cruzará sus vidas.
Piénsalo. Hay gente jurándose que cambiará de vida,
gente retomando vicios, volviendo a noches alcohólicas,
gente cometiendo el error de su vida,
olvidándose de sonreír,
gente llorando una vida entera,
olvidando sueños,
deshaciendo una vida perdida.
Decidme que entendéis la relatividad
y mentiréis.
martes, 13 de mayo de 2014
A la de tres, apareces.
¿Dónde está? Juro que yo lo llevaba conmigo, que lo dejé aquí, a tu lado.
¿Pero cómo no lo has podido ver? Eso es como perder la cabeza, es imposible.
Es que lo necesito. Lo necesito para saber que todavía estoy aquí, que aún no han podido conmigo. Lo necesito para vivir(me).
Ayúdame a encontrarlo.
Debería estar taladrándome aquí dentro, como siempre.
Por miedo
sorpresa
felicidad
nervios
o taladrándome a secas
yo-qué-sé.
Pero aquí, no por ahí perdido.
¿De verdad que no lo has visto?
Es que estaba justo ahí.
¿No te acuerdas cómo jugabas con él hace un rato? ¿Lo bien que os lo pasabais los dos juntos? Haz memoria, era contigo con quien más tiempo compartía.
Acuérdate de cómo te gustaba cambiar su ritmo y que por poco se me saliese por la boca,
acuérdate de cómo me lo robabas algunas noches y me lo devolvías por las mañanas con más fuerza que nunca. ¿Te acuerdas ya? Era bonito, ¿verdad?
Bueno, bonito hasta que se te escapó y se rompió en mil pedazos, claro. Es lo que tiene ir por la vida haciendo malabarismos con lo que no es tuyo,
es lo que tiene caerse y en vez de usar una sola mano para agarrarte usar las dos,
soltar la mía,
y que yo sola caiga al precipicio.
¿Pero tú te has salvado, no? Ya, en eso consiste tu vida.
En fin, ¿de verdad que tú no, pero si...
...Mierda.
Ya lo veo.
Lo sabía.
¿Podrías devolvérmelo, por favor? Es que mi corazón es mío y de nadie más.
Gracias.
¿Pero cómo no lo has podido ver? Eso es como perder la cabeza, es imposible.
Es que lo necesito. Lo necesito para saber que todavía estoy aquí, que aún no han podido conmigo. Lo necesito para vivir(me).
Ayúdame a encontrarlo.
Debería estar taladrándome aquí dentro, como siempre.
Por miedo
sorpresa
felicidad
nervios
o taladrándome a secas
yo-qué-sé.
Pero aquí, no por ahí perdido.
¿De verdad que no lo has visto?
-Venga, si cuanto antes lo encontremos antes te podrás marchar-
Es que estaba justo ahí.
¿No te acuerdas cómo jugabas con él hace un rato? ¿Lo bien que os lo pasabais los dos juntos? Haz memoria, era contigo con quien más tiempo compartía.
Acuérdate de cómo te gustaba cambiar su ritmo y que por poco se me saliese por la boca,
acuérdate de cómo me lo robabas algunas noches y me lo devolvías por las mañanas con más fuerza que nunca. ¿Te acuerdas ya? Era bonito, ¿verdad?
Bueno, bonito hasta que se te escapó y se rompió en mil pedazos, claro. Es lo que tiene ir por la vida haciendo malabarismos con lo que no es tuyo,
es lo que tiene caerse y en vez de usar una sola mano para agarrarte usar las dos,
soltar la mía,
y que yo sola caiga al precipicio.
¿Pero tú te has salvado, no? Ya, en eso consiste tu vida.
En fin, ¿de verdad que tú no, pero si...
...Mierda.
Ya lo veo.
Lo sabía.
¿Podrías devolvérmelo, por favor? Es que mi corazón es mío y de nadie más.
Gracias.
viernes, 9 de mayo de 2014
Nuestra particular historia de nunca acabar.
Ayer estuve a punto
de quererte
de saberte
de tenerte.
Ayer estuve a punto de pisarte los pies en medio del improvisado baile que hicimos en tu salón.
Estuve a punto de cerrar heridas
esconder precipicios
cantar sin miedo.
Ayer estuve a punto de tocarte
el corazón,
tu verdad,
tu lado oscuro.
Ayer estuve a tres latidos de ti,
a dos de grabarte a pulso en mi piel,
a uno de no irme jamás.
Ayer entendí que no es que valgas la pena,
es que tú vales toda la alegría que hay en este mundo.
Y digo ayer refiriéndome a todos los días vividos menos hoy.
Digo ayer sabiendo que mañana dentro de dos días volverá a ser ayer.
Ya ves que tampoco me preocupa demasiado el futuro: en unos días será pasado;
lo que me preocupa es que pasado siempre va a haber: siempre va a haber un ayer,
y en cada ayer vas a estar tú.
Eso sí que me preocupa.
¿Sabes por qué?
Porque ayer estuve a punto de
ti.
-Si puedes, mañana, quédate,
para que pasado esto no tenga ningún sentido
y este casi pero no
se convierta en un
me dejé los labios en tu piel-
de quererte
de saberte
de tenerte.
Ayer estuve a punto de pisarte los pies en medio del improvisado baile que hicimos en tu salón.
Estuve a punto de cerrar heridas
esconder precipicios
cantar sin miedo.
Ayer estuve a punto de tocarte
el corazón,
tu verdad,
tu lado oscuro.
Ayer estuve a tres latidos de ti,
a dos de grabarte a pulso en mi piel,
a uno de no irme jamás.
Ayer entendí que no es que valgas la pena,
es que tú vales toda la alegría que hay en este mundo.
Y digo ayer refiriéndome a todos los días vividos menos hoy.
Digo ayer sabiendo que mañana dentro de dos días volverá a ser ayer.
Ya ves que tampoco me preocupa demasiado el futuro: en unos días será pasado;
lo que me preocupa es que pasado siempre va a haber: siempre va a haber un ayer,
y en cada ayer vas a estar tú.
Eso sí que me preocupa.
¿Sabes por qué?
Porque ayer estuve a punto de
ti.
-Si puedes, mañana, quédate,
para que pasado esto no tenga ningún sentido
y este casi pero no
se convierta en un
me dejé los labios en tu piel-
miércoles, 30 de abril de 2014
Menos mal que aún quedan héroes.
Héroes que no necesitan ningún traje para salvar al mundo, tan sólo una sonrisa enorme.
Héroes que llenan de vida los parques,
las esquinas de nadie,
las plazas sin nombre,
los hospitales,
las avenidas y las calles,
el semáforo en frente del kiosko que dura 36 latidos en ponerse.
Pueden entrar en tu vida cuando a la casualidad se le antoje,
porque están en cualquier parte;
no hablo de héroes de película,
ellos son héroes de calle.
Héroes que no esperan a ningún día señalado
para recordarte que están ahí. Contigo.
Día a día,
mes a mes,
estación a estación,
corazón con corazón.
Héroes que te regalan flores porque sí.
Hay muchos, y cada uno salva al mundo como puede.
El mundo les necesita.
Ellos dan sin tener.
Y sin tener nada, comparten contigo lo mucho que tienen:
Confianza. Esperanza. Fe. Coraje. Superación. Entrega. Admiración. Respeto. Felicidad. Abrazos. Cariño. Besos. Generosidad. Solidaridad. Ternura. Atención. Amistad. Paciencia. Sinceridad. Carisma. Recuerdos. Sueños. Consejos. Risas. Protección. Fidelidad. Justicia. Libertad. Fuerza. Seguridad. Y Verdad. Mucha Verdad.
Que sí, que dinero no les sobrará jamás,
pero les desborda el Amor.
Y saben salvar a la gente del error de creer que tener mucho tiene que ver con dinero.
Los que luchan por sobrevivir,
a los que les arrabatan todo de un día para otro,
pero no dejan que se lleven su esperanza;
los que se reponen de todos los desastres y siguen.
Siguen sonriendo.
Los que callan pero sus ojos les delatan
-porque apenas sí saben esconder tanta decepción y tanta tristeza-;
los que de verdad no tienen motivos para levantarse
porque este mundo no es justo y da golpes a diestro y siniestro,
pero se levantan y luchan. Y luchan. Y mueren luchando.
Los inocentes que pagan los caprichos de quienes mueven todo movidos por su dinero -que no amor-. Por desgracia.
Los que estallan y gritan para luchar por lo que es suyo, y se suben a lo más alto para que les escuchen bien, aún sabiendo que cuánto más suban más jodida va a ser la caída.
Ellos también son héroes.
Y tú, que estás leyendo esto, dime:
¿de qué color es tu capa?
martes, 8 de abril de 2014
Todo lo que soy
Poco a poco los versos van arrancándome y sacando a la luz todo lo que nadie sabe.
Poco a poco van desgarrándome las entrañas y haciéndome transparente a los ojos de quien me lee.
Poco a poco van vaciándome, porque los derrumbes empiezan a rebosar(me).
Ellos me acarician con compasión
y me besan en el corazón.
Se tumban conmigo las noches de desesperanza,
me escuchan con las palabras muy abiertas
y van escribiendo mi historia.
Transforman en metáforas a la incertidumbre -que pesa más que cualquier pena-, a las esperas, a ti que nunca llegas, a quien llegó y no supo quedarse, a los malditos acordes que siempre me recuerdan que no me llegaste a cumplir -yo era tu promesa ¿recuerdas?-, a quien me arruina el día, a los de siempre y a los de nunca también, a las prisas de la frenética rutina, a los 'para siempre' que se acabaron al día siguiente;
pero también se esconden entre ellos el amor, las ganas, la música, el mar, la gente que me quiere y que quiero, la felicidad de instantes que olvidan el fracaso, las sonrisas sinceras -que no es poco hoy en día-, mis ganas de más, los atardeceres de mi ciudad, la luna, tú si me da(s) la gana, la valentía de los que arriesgan y ganan independientemente de si pierden o no, todo lo que el destino guarda en silencio para mí.
Nadie más sabe que de noche las lágrimas, hartas, se quitan con rabia su disfraz de sonrisa y empiezan a precipitarse, amargas, pesadas y lentas. Muy lentas. Tanto, que hay veces que sólo el sueño las gana y me vence. Por fin.
Otras noches, ganan ellas, y me disfrazan el sueño de oscuro insomnio, y entonces entiendo el significado de eterno.
Me ayudan a entender que a la de 3 nunca va la vencida si se trata de amor,
que las segundas oportunidades no existen, se trate de lo que se trate,
que escribir feliz roza el pecado.
Pero también me ahogan las pesadillas, las peores, las que nada tienen que ver con estar dormida,
me liberan y me dejan la boca con sabor a paz.
Por eso les dejo que me roben el sueño para escribir un verso más, para encontrar la palabra exacta.
Porque sé que esas noches desembocan en la tranquilidad de una mañana soleada. Esas noches se dan de frente con la inexistencia de desastres, y aturdidas, se encuentran con que el desvelo se les escapa de las manos, y no les queda más remedio que dejarme al sueño y a mí, a solas.
Así que ya sabéis: leedme bien, porque entre líneas está todo lo que soy.
jueves, 6 de marzo de 2014
Propongo un brindis por cada corazón roto.
Dime qué haces.
Dime si has olvidado tu portazo o si no entiendes el significado de un 'adiós'.
Como si así fueses a encontrarme, a llenar este abismo que me has dejado
a borrar todos mis suspiros provocados por tus dudas
y todas mis dudas provocadas por tus suspiros,
Vas, y vuelves.
Vuelves al lugar del desastre,
a regodearte en lo que has arrasado,
que soy yo.
No puedes destrozar todo para luego darte cuenta de que es a mí a quien buscas al doblar en cada esquina.
No puedes pretender que sea yo quien aparezca en cada esquina que dobles después de haber destrozado todo.
No puedes.
Aprende a aceptar que nuestras canciones ya no nos canten a nosotros
y que nosotros ya no seamos tú y yo.
Aprende a aceptar que los bares ya no nos esperen,
que los domingos ahora no sean más que eso: domingos inútiles
y que ya no haya amanecer que valga la pena.
Pero sí haya pena que valga, que asfixie, en cada amanecer.
Aprende a perder(me).
Porque has sido tú quien no me ha sabido ganar.
Dime, quién te crees.
Por qué vuelves.
Para qué.
Como para recordarme todo lo que no hemos sido, para incumplir más todas tus promesas.
O quizá para dejar en evidencia tu evidente indiferencia.
No sé, dime.
Si lo que buscas es que cada noche tenga que escribirte para que no me estalles
y que de día tenga que enterrarte un poco más.
A ver, dime a qué has venido.
Ojalá te tropieces una y otra vez con la triste realidad de no tenerme
y te caigas al comprender que tú has vuelto,
pero yo me he ido.
Que te tiendan la mano para ayudarte y entonces recuerdes las mías y te preguntes a quién se aferrarán ahora,
y veas tu reflejo en los escaparates y me eches de menos a mí, a tu lado.
Y te duela, te duela tanto como me dolió a mí la noche de tu portazo, y la siguiente, y la siguiente también. (Y tantas noches)
Ojalá tu almohada te amenace a insomnios por todo lo que dijiste pero no hiciste,
y cuando por fin duermas, me sueñes a mí.
Ojalá.
A ver si así entiendes de una vez que duele que te vayas,
pero que vuelvas duele más.
Y te lo deseo así,
con todo el cariño que ya no te tengo,
con todas las ganas que ya no me quedan,
con todo el corazón que tú me has roto.
Pero tranquilo, no es que te desee lo peor,
porque lo peor ya ha pasado,
y eras tú.
Suscribirse a:
Entradas (Atom)