domingo, 14 de junio de 2015

A ras del cielo.

Quedamos en Madrid.

Te distinguí entre la gente mucho antes de llegar a tu lado: 
te alzabas como una victoria entre tanta mediocridad;
sobresalías entre la muchedumbre como un grito de esperanza,
como una mota de color en un mar en blanco y negro. 

Me acerqué a ti a cámara lenta, era hora punta, 
y la gente corría en mil direcciones a la vez sin llegar a ninguna a tiempo;
pero tú, ahí, quieto, tenías muy claro hacia dónde querías ir.

Y me llevaste contigo.

Y me demostraste que a tu lado la vida es otra cosa,
que por muy pequeños que sean los pasos que damos,
serán enormes porque vamos en la dirección correcta.

Me enseñaste
a bailar a oscuras,
Convertiste
 los Domingos en el mejor día de la semana,
Aprendí
 a mirar hacia las estrellas
y a acariciarlas mientras me acaricias.

Atocha,
Gran vía,
Tirso,
y El Retiro,
de la mano.
A día de hoy,
sé, que Madrid, es Madrid, 
porque tú estás en ella.
Y yo soy yo
porque tú estás en mí.

Lo supe. Cuando te vi entre el bullicio.
Cuando aún no había llegado a ti.
Supe que ya no iba a dejar de quererte.
Que entre todos,
eres tú.

jueves, 8 de enero de 2015

Cadáveres de mariposas.




Me he echado a temblar
porque me he dado cuenta 
de que ya no asociamos los buenos momentos al futuro,
sino al pasado. 

Nos hemos convertido en rutina
y dime qué cabe esperar de la rutina.
Nada. 

Hemos llegado a un punto
en el que nos da exactamente igual 
que la verdad sea mentira. 

Tan solo hace falta una despedida 
para dejar de estar flotando sobre las nubes
y pasar a estar enterrada. 

Siempre me dejo la piel en los principios,
y los finales nunca tardan en llegar
para recordarme que estoy en carne viva. 
Una vez más. 

No sirve de nada dibujar mapas
con cruces rojas en cada caída 
para no volver a tropezar. 
El camino a cada persona es diferente,
todos encierran claros,
también recovecos;
y tan solo unos pocos poseen una salida que no dé de bruces al abismo. 

 Qué quieres que te diga. 
Pero cada vez soy más ruinas
y menos ganas. 

Cuando a ratos te dan la vida,
y a ratos te la quitan;
Cuando te hacen llorar más que reír, 
sabes que al punto y coma le quedan horas de vida
para convertirse en punto y final,
porque ya no hay comas que valgan. 


La vida da tantas vueltas
que al final te hace vomitar todos los cadáveres
que un día fueron mariposas
revoloteando por tu estómago. 

La vida da tantas vueltas
que al final todo es un final. 







miércoles, 8 de octubre de 2014



Amanece. Me levanto. Con suerte, dentro de unas horas estaré despierta.

Mi rostro se refleja en el espejo al atravesar la habitación. 

Hago caso omiso del reloj que me reprocha lo tarde que es -cómo no- y me quedo quieta, observándome. 

Mi reflejo también me observa a mí, y me reprocha: 


"Mírate, mírate bien, con todas tus ganas acumuladas ahí, en las ojeras y en los moratones de las rodillas. Te he dicho mil veces que deberías confiar en mí y en nadie más..." 


Y una vez más, vuelve a tener razón. Claro que la tiene, pero es que mi niña interior es kamikaze, no hay otra explicación. Por más que me lo prometo no puedo sentir menos y pensar más, sobre todo en las consecuencias de dejarme llevar. 



-Y las consecuencias, cuando llegan, queman y arrasan-


Continúo observándome. Tengo una línea que me recorre de pies a cabeza a modo de cortafuegos. Con el tiempo, una aprende a arder por partes,a permanecer entera.Aprende a salir ilesa de los incendios. 


Tengo también, en la mirada, marea alta de incertidumbres, 

y en el estómago, cadáveres de mariposas. 

Tengo demasiados motivos pendientes,

y excusas cada mañana. 

Tengo todo y nada a la vez, que por otra parte, es suficiente. 


Pero no tengo suerte. No. 

Definitivamente no la tengo. 
En todo caso me tiene ella a mí y me golpea a sus anchas. 

Y tengo miedo. Mucho miedo y muchos miedos:  Miedo a nada en general y a todo en particular. 


Porque, por encima de todas mis cualidades y debilidades, soy humana. 


Me aparto del espejo. Cojo el pintalabios más rojo que tengo y escribo en el espejo la frase que debería tener marcada en la cabeza. 

Me visto corriendo y me voy. Vuelvo a llegar tarde, pero esta vez, llego libre de miedos. Se han quedado todos encerrados en el espejo, en doce palabras. 


"De lo único que he de tener miedo

es del propio miedo"




Gracias, Roosevelt, me has salvado. 








martes, 30 de septiembre de 2014

Confesionario en clave de mí.

Me pido perdón por perdonarme a destiempo. 

Por ingenua
por voraz en la vida en general
y en el amor en particular. 

Me pido perdón 
por querer reinventar la poesía 
en su boca. 
La vida se escribe con besos
y los versos escriben tu vida. 
        -Hay letras que establecen abismos-

Me pido perdón por el daño sin retorno;
por el intento patético de intentar incendiar
corazones helados; 
por coger el tren en la estación equivocada,
en dirección contraria a la razón; 
por ahogarme en el mar
repleto de preguntas sin respuesta
que llevo dentro. 

Me pido perdón por no querer a quien me quiso. 
Por no valorar a quien me ofreció sin miramientos y con las manos abiertas
el corazón,
y sin embargo querer de más a quien no me quiso
y salió huyendo
mientras el corazón volvía a crujir.  

La vida sería infinitamente más fácil si no me gustase lo imposible,
pero nací con una predilección salvaje por lo difícil. 

Me pido perdón por encontrarme 
en la sección de causas perdidas,
por intentar recomponerme en abrazos
que cortaban más que yo. 



Me pido perdón,
y me perdono. 

Simple y llanamente,
porque no conozco un antídoto mejor
para la infelicidad,
ni nada más sano
para el corazón. 







lunes, 22 de septiembre de 2014

Increíble pero incierto.

La seducción de una mirada 
que te atraviesa en el último vagón de metro. 

La perfección de dos cuerpos entrelazados
en cualquier callejón de Madrid. 

La suavidad de un beso 
que de repente detiene 
a Atocha en hora punta.  

La calma de saber que esta noche 
tu cama no espera vacía.  

La sumisión ante el único fuego
que arde pero no quema,
que nace y vive dentro de ti
pero tan sólo se alcanza dentro de él.  

La felicidad de que suene Sabina
mientras te coge la mano 
y recorréis Gran Vía 
a ras del cielo. 

La imprudencia de saberte 
invencible si está a tu lado;
La duda de si cuando deje de estar 
él te habrá vencido.

El interminable placer  
de su olor en tu ropa; 
la macabra ironía
de no saber si mañana se irá
y no volverás a verle más. 

El suicidio de saber
que cualquier beso de despedida
puede ser el último.



El deseo mata, 
pero la muerte logra que vivamos con intensidad hasta el final. 









jueves, 4 de septiembre de 2014

He bailado contigo. Me has pisado los pies y el corazón.



Una de dos. 
O falta de tacto 
o poco corazón. 
Dime cuál es tu problema. 

Y cómo puede ser que la misma boca de la que estuve colgada una noche
y siete vidas
ahora sea una maldita mentirosa. 

Explícame qué sentido tiene vivir en una sonrisa si tu corazón brilla por su ausencia. 
Explícame qué ganas yendo por ahí adueñándote corazones que después rompes sin compasión. 


Aunque quizás deberías saber que esta vez no te has salido con la tuya
porque tus ganas
tu felicidad
hasta tu inspiración 
ahora son mías, estás vacío, 
y puede que algún día sepas volver a abrir camino entre tú y yo,
incluso puede que todo lo que te he robado vuelva a su origen 
pero créeme
yo no volveré.
Y tú, a ser el mismo, tampoco.
 Jamás. 

Hay mapas con el camino de vuelta a personas
que es mejor quemar. 
Tú has quemado el camino de vuelta a ti mismo. 

Dime la verdad
de todo lo que has mentido. 
O no. Mejor: Tú sigue viviendo en el silencio. 

Me gusta, me encanta, cuando callas
porque no me mientes. 

Atraes
enamoras
destruyes
matas
y huyes 
esa es tu vida. 

Y he de decirte que tan sólo los cobardes aprovechan el silencio para huir. 

Pese a todo síentete orgulloso. Deberías estarlo. 

Ya no eres quebradero de cabeza
ni duda inexplicable
ni baile sin música
ni sollozos a media noche.

Nada de eso. Ahora eres todo lo que siempre mereciste ser: 
un recuerdo. 
Un recuerdo cada vez más borroso
con el que alguna noche salgo a bailar 
y no deja de pisarme los pies. 
Pero recuerdo al fin y al cabo. 

Eso es todo lo que eres para mí. 
Nada más. 








jueves, 28 de agosto de 2014

Su escandalosa forma de querer y otras historias para no dormir.



Imagina a una chica sentada al borde de su propio abismo
soñando
mientras balancea sus pies.
No teme la caída -dentro de sí misma-
a pesar de que su fondo es imposible de atisbar.

Tan sólo sonríe, no tiene miedo.  
Sonríe porque sabe amar 
y confía en las personas. 

Cree en la bondad y en que siempre hay alguien 
dispuesto a levantar los brazos para evitar sus golpes
contra un suelo que cada vez tiene más espinas. 

Imagínalo. ¿Lo tienes?

Pues ahora imagina que el abismo en el que balancea sus pies
no es más que su día a día
y que la caída es la zancadilla diaria
que la vida le regala. 

Aquellos que abren los brazos cada vez que ella cae
y evitan sus golpes
no son más que personas con las que te cruzas todos los días por la calle
sólo que tú no lo sabes,
no te percatas.

Pero ella sí.

No es que tenga un sexto sentido,
es sólo que ella se para a observar
mientras la gente pasa corriendo a su lado.

Imagina a una chica con el corazón roto por todos los recovecos posibles e imposibles 
pero que sigue queriendo como si de una primera vez constante se tratara.
Una chica que se promete a sí misma que los destrozos 
no podrán con su fe en el amor jamás. 

Imagina a una chica frágil pero irrompible
de sonrisa fácil y lágrima enrevesada. 
Imagínala, ya sabe de la crueldad con que la realidad la despierta cada día 
pero sigue poniendo en práctica su inocencia 
como cerrando aposta los ojos para no ver lo evidente
y así dar segundas oportunidades
a gente que sabe desde el minuto uno que le fallará. 

Imagina a una chica que no cree en motivos, 
ni en palabras
ni en apariencias
tan sólo en hechos
versos
y besos. 

Imagínala, ella cree que algún día 
una sociedad entera
dejará de buscar una belleza impuesta por aquellos a los que no les conviene
que nos miremos felices al espejo
y aprenderá a encontrar belleza en cualquier detalle
para entender que todas las personas son bellas de por sí. 

Imagina una chica que no sueña con un futuro perfecto
pero sí con la felicidad. 
Que detesta la hipocresía de la gente con corbata y dinero
y confía en que algún día la paz será el día a día
y no una fantasía. 

Imagina a una chica que va buscando sonrisas por la calle
en vez de miradas de aprobación. 

Imagina a una chica que tiene miedo a cada paso que da
pero también unas ganas inmensas de volcar en las personas
alegría. 
Una chica que calla más que habla
que se pregunta más que responde
que llora 
mucho más de lo que ríe. 


Imagínala. 

¿La tienes? 
Pues me tienes.
Porque esa chica soy yo.