Deberías haber sido luz, pero te conformaste con vivir en las sombras.
Deberíamos haber sido felices, pero ni siquiera fuimos.
Pusimos nuestro nombre en cada caricia,
los sueños se vinieron a vivir con nosotros
y, por un momento, no fuimos mentira:
nos sentimos (de) verdad.
Resolvimos lo imposible en una noche,
y a la mañana siguiente volamos hacia París de la mano.
Tan sólo nos hicieron falta 80 suspiros para dar la vuelta al mundo,
otro para acabar con él,
y un último para olvidarnos.
Tuviste el detalle de llevarte todo, y dejarte en mí los recuerdos.
Y las dudas.
Que ni las canciones sabían con quién irse,
y ahora juegan a perseguirnos a los dos a cada segundo.
Este es nuestro resumen.
Así de bonito,
breve
y doloroso.
Como tú.