miércoles, 30 de abril de 2014



Menos mal que aún quedan héroes.


Héroes que no necesitan ningún traje para salvar al mundo, tan sólo una sonrisa enorme.
Héroes que llenan de vida los parques, 
las esquinas de nadie,
las plazas sin nombre,
los hospitales,
las avenidas y las calles,
el semáforo en frente del kiosko que dura 36 latidos en ponerse.

Pueden entrar en tu vida cuando a la casualidad se le antoje, 

porque están en cualquier parte;
no hablo de héroes de película,
ellos son héroes de calle. 

Héroes que no esperan a ningún día señalado 
para recordarte que están ahí. Contigo. 
 Día a día,
mes a mes, 
estación a estación,
corazón con corazón.
 Héroes que te regalan flores porque sí.

Hay muchos, y cada uno salva al mundo como puede.
El mundo les necesita.

Ellos dan sin tener.
Y sin tener nada, comparten contigo lo mucho que tienen:

Confianza. Esperanza. Fe. Coraje. Superación. Entrega. Admiración. Respeto. Felicidad. Abrazos. Cariño. Besos. Generosidad. Solidaridad. Ternura. Atención. Amistad. Paciencia. Sinceridad. Carisma. Recuerdos. Sueños. Consejos. Risas. Protección. Fidelidad. Justicia. Libertad. Fuerza. Seguridad. Y Verdad. Mucha Verdad. 

Que sí, que dinero no les sobrará jamás,
pero les desborda el Amor.

Y saben salvar a la gente del error de creer que tener mucho tiene que ver con dinero. 

Los que luchan por sobrevivir, 
a los que les arrabatan todo de un día para otro,
pero no dejan que se lleven su esperanza;
los que se reponen de todos los desastres y siguen. 
Siguen sonriendo. 
Los que callan pero sus ojos les delatan
-porque apenas sí saben esconder tanta decepción y tanta tristeza-;
los que de verdad no tienen motivos para levantarse 
porque este mundo no es justo y da golpes a diestro y siniestro,
pero se levantan y luchan. Y luchan. Y mueren luchando. 
Los inocentes que pagan los caprichos de quienes mueven todo movidos por su dinero -que no amor-. Por desgracia.
Los que estallan y gritan para luchar por lo que es suyo, y se suben a lo más alto para que les escuchen bien, aún sabiendo que cuánto más suban más jodida va a ser la caída.

Ellos también son héroes. 



Y tú, que estás leyendo esto, dime:

¿de qué color es tu capa?






martes, 8 de abril de 2014

Todo lo que soy



Poco a poco los versos van arrancándome y sacando a la luz todo lo que nadie sabe.
Poco a poco van desgarrándome las entrañas y haciéndome transparente a los ojos de quien me lee.
Poco a poco van vaciándome, porque los derrumbes empiezan a rebosar(me). 

Ellos me acarician con compasión
y me besan en el corazón.
Se tumban conmigo las noches de desesperanza,
me escuchan con las palabras muy abiertas
y van escribiendo mi historia. 

Transforman en metáforas a la incertidumbre -que pesa más que cualquier pena-, a las esperas, a ti que nunca llegas, a quien llegó y no supo quedarse, a los malditos acordes que siempre me recuerdan que no me llegaste a cumplir -yo era tu promesa ¿recuerdas?-, a quien me arruina el día, a los de siempre y a los de nunca también, a las prisas de la frenética rutina, a los 'para siempre' que se acabaron al día siguiente;

pero también se esconden entre ellos el amor, las ganas, la música, el mar, la gente que me quiere y que quiero, la felicidad de instantes que olvidan el fracaso, las sonrisas sinceras -que no es poco hoy en día-, mis ganas de más, los atardeceres de mi ciudad, la luna, tú si me da(s) la gana, la valentía de los que arriesgan y ganan independientemente de si pierden o no, todo lo que el destino guarda en silencio para mí.

Nadie más sabe que de noche las lágrimas, hartas, se quitan con rabia su disfraz de sonrisa y empiezan a precipitarse, amargas, pesadas y lentas. Muy lentas. Tanto, que hay veces que sólo el sueño las gana y me vence. Por fin. 
Otras noches, ganan ellas, y me disfrazan el sueño de oscuro insomnio, y entonces entiendo el significado de eterno. 

Me ayudan a entender que a la de 3 nunca va la vencida si se trata de amor, 
que las segundas oportunidades no existen, se trate de lo que se trate,
que escribir feliz roza el pecado.
Pero también me ahogan las pesadillas, las peores, las que nada tienen que ver con estar dormida, 
me liberan y me dejan la boca con sabor a paz. 

Por eso les dejo que me roben el sueño para escribir un verso más, para encontrar la palabra exacta. 
Porque sé que esas noches desembocan en la tranquilidad de una mañana soleada. Esas noches se dan de frente con la inexistencia de desastres, y aturdidas, se encuentran con que el desvelo se les escapa de las manos, y no les queda más remedio que dejarme al sueño y a mí, a solas.

Así que ya sabéis: leedme bien, porque entre líneas está todo lo que soy.