martes, 30 de septiembre de 2014

Confesionario en clave de mí.

Me pido perdón por perdonarme a destiempo. 

Por ingenua
por voraz en la vida en general
y en el amor en particular. 

Me pido perdón 
por querer reinventar la poesía 
en su boca. 
La vida se escribe con besos
y los versos escriben tu vida. 
        -Hay letras que establecen abismos-

Me pido perdón por el daño sin retorno;
por el intento patético de intentar incendiar
corazones helados; 
por coger el tren en la estación equivocada,
en dirección contraria a la razón; 
por ahogarme en el mar
repleto de preguntas sin respuesta
que llevo dentro. 

Me pido perdón por no querer a quien me quiso. 
Por no valorar a quien me ofreció sin miramientos y con las manos abiertas
el corazón,
y sin embargo querer de más a quien no me quiso
y salió huyendo
mientras el corazón volvía a crujir.  

La vida sería infinitamente más fácil si no me gustase lo imposible,
pero nací con una predilección salvaje por lo difícil. 

Me pido perdón por encontrarme 
en la sección de causas perdidas,
por intentar recomponerme en abrazos
que cortaban más que yo. 



Me pido perdón,
y me perdono. 

Simple y llanamente,
porque no conozco un antídoto mejor
para la infelicidad,
ni nada más sano
para el corazón. 







lunes, 22 de septiembre de 2014

Increíble pero incierto.

La seducción de una mirada 
que te atraviesa en el último vagón de metro. 

La perfección de dos cuerpos entrelazados
en cualquier callejón de Madrid. 

La suavidad de un beso 
que de repente detiene 
a Atocha en hora punta.  

La calma de saber que esta noche 
tu cama no espera vacía.  

La sumisión ante el único fuego
que arde pero no quema,
que nace y vive dentro de ti
pero tan sólo se alcanza dentro de él.  

La felicidad de que suene Sabina
mientras te coge la mano 
y recorréis Gran Vía 
a ras del cielo. 

La imprudencia de saberte 
invencible si está a tu lado;
La duda de si cuando deje de estar 
él te habrá vencido.

El interminable placer  
de su olor en tu ropa; 
la macabra ironía
de no saber si mañana se irá
y no volverás a verle más. 

El suicidio de saber
que cualquier beso de despedida
puede ser el último.



El deseo mata, 
pero la muerte logra que vivamos con intensidad hasta el final. 









jueves, 4 de septiembre de 2014

He bailado contigo. Me has pisado los pies y el corazón.



Una de dos. 
O falta de tacto 
o poco corazón. 
Dime cuál es tu problema. 

Y cómo puede ser que la misma boca de la que estuve colgada una noche
y siete vidas
ahora sea una maldita mentirosa. 

Explícame qué sentido tiene vivir en una sonrisa si tu corazón brilla por su ausencia. 
Explícame qué ganas yendo por ahí adueñándote corazones que después rompes sin compasión. 


Aunque quizás deberías saber que esta vez no te has salido con la tuya
porque tus ganas
tu felicidad
hasta tu inspiración 
ahora son mías, estás vacío, 
y puede que algún día sepas volver a abrir camino entre tú y yo,
incluso puede que todo lo que te he robado vuelva a su origen 
pero créeme
yo no volveré.
Y tú, a ser el mismo, tampoco.
 Jamás. 

Hay mapas con el camino de vuelta a personas
que es mejor quemar. 
Tú has quemado el camino de vuelta a ti mismo. 

Dime la verdad
de todo lo que has mentido. 
O no. Mejor: Tú sigue viviendo en el silencio. 

Me gusta, me encanta, cuando callas
porque no me mientes. 

Atraes
enamoras
destruyes
matas
y huyes 
esa es tu vida. 

Y he de decirte que tan sólo los cobardes aprovechan el silencio para huir. 

Pese a todo síentete orgulloso. Deberías estarlo. 

Ya no eres quebradero de cabeza
ni duda inexplicable
ni baile sin música
ni sollozos a media noche.

Nada de eso. Ahora eres todo lo que siempre mereciste ser: 
un recuerdo. 
Un recuerdo cada vez más borroso
con el que alguna noche salgo a bailar 
y no deja de pisarme los pies. 
Pero recuerdo al fin y al cabo. 

Eso es todo lo que eres para mí. 
Nada más.