jueves, 28 de agosto de 2014

Su escandalosa forma de querer y otras historias para no dormir.



Imagina a una chica sentada al borde de su propio abismo
soñando
mientras balancea sus pies.
No teme la caída -dentro de sí misma-
a pesar de que su fondo es imposible de atisbar.

Tan sólo sonríe, no tiene miedo.  
Sonríe porque sabe amar 
y confía en las personas. 

Cree en la bondad y en que siempre hay alguien 
dispuesto a levantar los brazos para evitar sus golpes
contra un suelo que cada vez tiene más espinas. 

Imagínalo. ¿Lo tienes?

Pues ahora imagina que el abismo en el que balancea sus pies
no es más que su día a día
y que la caída es la zancadilla diaria
que la vida le regala. 

Aquellos que abren los brazos cada vez que ella cae
y evitan sus golpes
no son más que personas con las que te cruzas todos los días por la calle
sólo que tú no lo sabes,
no te percatas.

Pero ella sí.

No es que tenga un sexto sentido,
es sólo que ella se para a observar
mientras la gente pasa corriendo a su lado.

Imagina a una chica con el corazón roto por todos los recovecos posibles e imposibles 
pero que sigue queriendo como si de una primera vez constante se tratara.
Una chica que se promete a sí misma que los destrozos 
no podrán con su fe en el amor jamás. 

Imagina a una chica frágil pero irrompible
de sonrisa fácil y lágrima enrevesada. 
Imagínala, ya sabe de la crueldad con que la realidad la despierta cada día 
pero sigue poniendo en práctica su inocencia 
como cerrando aposta los ojos para no ver lo evidente
y así dar segundas oportunidades
a gente que sabe desde el minuto uno que le fallará. 

Imagina a una chica que no cree en motivos, 
ni en palabras
ni en apariencias
tan sólo en hechos
versos
y besos. 

Imagínala, ella cree que algún día 
una sociedad entera
dejará de buscar una belleza impuesta por aquellos a los que no les conviene
que nos miremos felices al espejo
y aprenderá a encontrar belleza en cualquier detalle
para entender que todas las personas son bellas de por sí. 

Imagina una chica que no sueña con un futuro perfecto
pero sí con la felicidad. 
Que detesta la hipocresía de la gente con corbata y dinero
y confía en que algún día la paz será el día a día
y no una fantasía. 

Imagina a una chica que va buscando sonrisas por la calle
en vez de miradas de aprobación. 

Imagina a una chica que tiene miedo a cada paso que da
pero también unas ganas inmensas de volcar en las personas
alegría. 
Una chica que calla más que habla
que se pregunta más que responde
que llora 
mucho más de lo que ríe. 


Imagínala. 

¿La tienes? 
Pues me tienes.
Porque esa chica soy yo.