jueves, 8 de enero de 2015

Cadáveres de mariposas.




Me he echado a temblar
porque me he dado cuenta 
de que ya no asociamos los buenos momentos al futuro,
sino al pasado. 

Nos hemos convertido en rutina
y dime qué cabe esperar de la rutina.
Nada. 

Hemos llegado a un punto
en el que nos da exactamente igual 
que la verdad sea mentira. 

Tan solo hace falta una despedida 
para dejar de estar flotando sobre las nubes
y pasar a estar enterrada. 

Siempre me dejo la piel en los principios,
y los finales nunca tardan en llegar
para recordarme que estoy en carne viva. 
Una vez más. 

No sirve de nada dibujar mapas
con cruces rojas en cada caída 
para no volver a tropezar. 
El camino a cada persona es diferente,
todos encierran claros,
también recovecos;
y tan solo unos pocos poseen una salida que no dé de bruces al abismo. 

 Qué quieres que te diga. 
Pero cada vez soy más ruinas
y menos ganas. 

Cuando a ratos te dan la vida,
y a ratos te la quitan;
Cuando te hacen llorar más que reír, 
sabes que al punto y coma le quedan horas de vida
para convertirse en punto y final,
porque ya no hay comas que valgan. 


La vida da tantas vueltas
que al final te hace vomitar todos los cadáveres
que un día fueron mariposas
revoloteando por tu estómago. 

La vida da tantas vueltas
que al final todo es un final.