viernes, 2 de julio de 2021

El beneplácito de no dudar nunca más.

Tú 
encendiste las velas, pero no las soplaste.
Las encendiste, quemándome suavemente la piel,
y guardas desde entonces su calor.

entiendes sin ver
lo que otros no entienden con palabras.

No hay explicaciones que valgan 
cuando alguien sabe callar y observar. 

Tú 
me viste por dentro, 
sufriste mi tormenta interior, 
y no intentaste huir,
no esperaste a que amainara:
sencillamente me enseñaste a encontrar la calma dentro de ella.

llegaste para enseñarme
que la vida no es dónde ni cómo,
sino con quién.

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